... y lo siento muchísimo. ¿Pero qué habría de hacer? ¿Qué más podría hacer? Necesito estar lejos de vos, necesito estar tranquila, en paz. Aún recuerdo nuestras lindas vivencias, por supuesto. Hemos pasado por tanto, lindo, feo, de todo. Me llevo una parte tuya conmigo lo reconozco. Pero tenés que saber que estoy mal, que mi mente está mal, que mi cabeza está mal y no quiero terminar como mi padre, encerrado en un psiquiátrico. Temo volverme loca y eso es lo peor que podría pasarme. Sé que me odiás, pero te amo, y te pido perdón por todo esto. Lejos voy a estar mejor. Te amo muchísimo, y espero me comprendas. Adiós, mi amor.
Tapó la lapicera, juntó las hojas, agarró su tapado y salió a comprar un atado de cigarrillos. Cuando volvió la carta no estaba. Tampoco él. Y mucho menos el filo.
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