17 de enero de 2011

juguetes perdidos

Se puso a cantar. Se puso a saltar y a cantar. Se puso a reir. Se puso a llorar, también.
De repente paró. Se sentía tonto haciendo eso en el medio del parque completamente solo. Pensó 'qué inmaduro me debo ver!'.
Una niña comenzó a tironearle la remera. Cuando la vio, se llenó de ternura. Era una niña hermosa, con un cabello pelirrojo, peinado en dos trenzas, unos ojos verdes, una cara llena de pecas, una sonrisa sin dientes de leche.
'Señor, señor', lo llamó, 'quiero ser como usted' dijo. Él no comprendía nada. Solo atinó a decirle algo que sonó como a 'bienvenida' (aunque no estoy segura). Se maravilló al ver como la niña hacía todo lo que él. Y en el medio, rió con una carcajada que iluminó y llenó a todo el parque entero. Pensó que ella no se veía tonta saltando y gritando, riendo y llorando. Pero claro, aquella niña no tenía más que cinco años. Finalmente, resolvió que, aquella tarde, no le importaría parecer tonto o inmaduro. Y saltó y rió y lloró y bailó con aquella niña por el resto de la tarde, hasta que el sol amenazó con ocultarse.

15 de enero de 2011

in her life

Esa caja era su vida. Aquella pequeña cajita de madera era toda su vida. Ahí guardaba esmeradamente todos sus recuerdos, sus anécdotas, siempre felices. Ella tenía, quien puede llegar a decir, una vida perfecta.
Esa cajita protegía sus luces, sus colores, sus sentimientos, sus crayones, sus palabras, hasta sus silencios protegía.

Cuando llegó él, ella no tenía nada que ofrecerle. Excepto, aquella caja que contenía a su vida (curioso es, que no sea la vida quien contiene la caja). Se la entregó empaquetada muy entusiastamente. Papel afiche violeta, y un moño de papel crepe de color verde manzana (le encantaba esa combinación).

Pero él, hm, él aquella caja rompió, dejando que sus vivencias, sus risas, sus momentos, sus colores se desvanezcan. Como humo se desvanecieron. Puf. Como humo.
Y ahora, ¿quién sería capaz de hacerle entender que debe volver a armar esa cajita?

6 de enero de 2011

simple kind of life

Él tenía una rutina para su vida: se levantaba, desayunaba, se bañaba, salía a trabajar, volvía, se tomaba un café escuchando algún cd de jazz de alguna banda desconocida que él se empeñaba en descubrir, veía dr house, cenaba y se acostaba; y al día siguiente todo de vuelta. Vivía básicamente como las otras seis mil millones de personas.

Pero aquella mañana, todo cambió. Aquella dominguera mañana de agosto, conoció a la seis mil millones uno, y ya todo dejó de ser habitual. Porque claro, ahora eran dos.