8 de noviembre de 2010

les jours tristes

En vez de correrlo, solo se quedó allí, inmuta, solitaria, viéndolo partir.
claro, porque, ¿qué podría haber hecho? ¿gritarle? ¿correrlo? ¿amarlo?
¡no! loquísimas ideas, ¡no divagues por favor! ¿Cómo habría de pensar en otra persona que no fuera ella?
por su mente comenzó a correr una cadena de recuerdos. ellos en una fiesta. ellos en un bar. ellos en thames y castillo. ellos en un departamento en villa crespo. ellos en una cama. ellos.
manos, suspiros, gemidos. también silencios, ellos.
en un momento, su cuerpo no le respondía, y en el siguiente, sus piernas comenzaron a correr. gritaba su nombre, clamándolo, llorando. pero ya era tarde, él ya se había ido.
¡ay, qué tonta que puede ser una a veces! tonta, porque tu idiota orgullo no te dejó pedirle, suplicarle, que se quedase con vos, que lo necesitás. no te dejó decirle que tal vez (ni siquiera te pido que seas concreta) sí, tal vez lo amés.
que por casualidad, tal vez te llegaron todas esas cosas maravillosas que te dijo una vez, y vos, idiota y orgullosa, preferiste ignorar a surrendir.

y sin más, se dejó caer. podría emitir viejos recuerdos, pero jamás crear nuevos. y se arrepinitó de haber sido tan tonta, tan torpe al dejarlo partir, de no reaccionar, de no decirle la verdad, de no serle honesta y decirle aquello que te juraste nunca decir.

te amo.

2 comentarios:

Camila . dijo...

w o w .
no tengo nada más para decir.
hermoso.

Mariana dijo...

siii re lindo.